jueves, 17 de marzo de 2011

Este Blog fue creado por un grupo investigativo de la Universidad Nacional de Colombia con motivo de identificar las reflexiones sobre el pensamiento arquitectónico latinoamericano a través de los diferentes seminarios de Arquitectura Latinoamericano, que se han venido realizando desde su creación en 1985 hasta nuestros días, y como este pensamiento se ha venido transformando a través del tiempo y el lugar en una historiografía Latinoamericana.

Director de la investigación

Arq. Jorge Ramírez Nieto

Ayudantes

Ángela Rodríguez

Eduardo Pineda Forero

Juan Sebastián Rojas

7 comentarios:

  1. El tema de la historiografía durante los últimos veinticinco años en América Latina es nuestro campo principal. En este blog, los participantes del grupo, aceptamos comentarios al respecto.

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  2. Para comenzar a dar una mirada al pensamiento que se ha venido dando en la Arquitectura Latinoamericana desde los finales del siglo XX, encontramos a Marina Waisman con su libro “La arquitectura Descentrada”; publicado en el año de 1995.
    En este libro, la autora aborda varios puntos con el fin de entender la situación en la que se encuentra la arquitectura a en la última década del siglo pasado, empezando con el punto de ruptura que se da con la crisis de la arquitectura moderna, pasando por la falta de identidad de la posmodernidad, la marginalidad de la arquitectura y el patrimonio en la cultura posmoderna, entre otros temas de gran relevancia para entender el proceso que se ha llevado en la arquitectura latinoamericana y el momento por el que está pasando a puertas del siglo XX.
    Marina Waisman inicia su libro con un análisis de lo que significa el punto de ruptura y porque este se da, entendido como una crisis que marca un punto de partida para nuevos horizontes de desarrollo; como un movimiento que implica el final de un periodo histórico y el comienzo de otro, con la instalación de nuevos paradigmas, en una nueva concepción del mundo y de la vida.
    Teniendo en cuenta lo anterior podemos ver como en la última década del siglo XX se dan todas las condiciones de punto de ruptura y que se han venido preparando largamente:
    -Crisis de la racionalidad.
    -Búsquedas de una aproximación holística al conocimiento.
    -Predominio de la multiplicidad sobre la unidad.
    -transformaciones de modelos de sociedad.
    -El descredito de las ideologías políticas.
    -La tensión entre la aldea global y las culturas locales
    -El imperio de la sociedad de consumo.
    -Divorcio entre las formas de poder económico, tecnológico y el mundo de la vida.
    -La crítica a la tecnologizacion.
    -La ciudad informática que va reemplazando a la localizada.
    -La valorización del tiempo.
    Hacia finales del siglo XX, se da por sentado que ya se ha tomado un cambio de dirección, evidenciado inicialmente en la arquitectura y trasladada luego a la cultura en general de posmodernismo o posmodernidad aplicada a manifestaciones específicas y luego al mundo cultural en general. Este cambio de dirección se da, en la arquitectura, como una actitud crítica externa producida por el desencanto por el fracaso del proyecto moderno así como el derrumbe del espíritu utópico.

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  3. Por otro lado la crisis del proyecto moderno deja un vacío difícil de llenar lo cual degenera en la formulación de seudo-proyectos carentes de suficiente base como para alcanzar una vigencia que supere lo contingente.
    Varias observaciones hace Waisman al periodo presente denominado como post el cual en palabras de marina, “revela la carencia de una entidad suficiente como para lograr un nombre propio que no esté referido a aquello que se quiere negar”.
    -Carácter meramente crítico.
    -Carece de poder afirmativo.
    -Carece de proyecto. (Se dedica a demoler el proyecto moderno).
    Marina Waisman aborda el problema de la modernidad como una crisis tanto en los fundamentos como en los valores.
    Los fundamentos en que se basa la modernidad están dados por la verdad y por la razón.
    En cuanto a la verdad, en los últimos tiempos se ha llegado a la conclusión de que no existe una verdad absoluta, pues existe lo que se ha denominado el principio de incertidumbre, no hay posibilidad de asegurar la exacta repetitividad de un fenómeno cualquiera y por ende la formulación de leyes inmutables, con lo cual queda deslegitimizada la pretensión de validez universal de la modernidad.
    La razón ha sido la base fundamental del mundo occidental desde el comienzo del mundo moderno, base obligada de toda investigación y de toda acción a partir del periodo de la ilustración. De esta base derivan ideas como:
    -El progreso, como un lento y gradual perfeccionamiento del saber de los diversos conocimientos conque el hombre se enfrenta a los problemas que plantea la naturaleza o el esfuerzo humano por vivir en comunidad.
    - objetividad del conocimiento científico.
    -convicción de la naturaleza liberadora del conocimiento y la acción racionales.
    -Validez universal.
    Con la modernidad se ha ligado como factor positivo el crecimiento económico y así la idea de progreso se ha concentrado en aspectos más utilitarios generando una comprensión de la naturaleza derivada hacia su dominio y explotación con consecuencias nefastas.
    En la actualidad ese sentido de objetividad del conocimiento ha sido muy cuestionado, pues la observación o sujeto de observación está profundamente ligado a la subjetividad del observador.
    “cada observador descubre su verdad o su versión de la verdad”.
    Entonces la razón como fuerza liberadora proclamada por la modernidad tiene una naturaleza ambigua pues encerraba una serie de limitaciones derivadas del autoritarismo de toda acción que se siente poseedora de la verdad. Esta acción empobrece las posibilidades del desarrollo de la vida tanto a nivel de la persona como del grupo social.
    Este proceso de difusión autoritario de la vida moderna destruyo o bastardeo incontables riquezas culturales en el mundo entero. Se crearon culturas hibridas heterogéneas no integradas. Las culturas locales perdieron sus valores y por consiguiente perdieron su identidad.

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  4. El carácter ambiguo de la modernidad está a la vista en la distancia entre un mundo desarrollado, con grandes capacidades económicas, eficiente y un mundo subdesarrollado pobre, supuestamente ineficiente.
    Por otro lado está la historia que en la modernidad se da como una idea de desarrollo continuo, general y de carácter universal. Esta idea también ha venido siendo reevaluada por analíticos en diferentes campos llegando a conclusiones como:
    -No existe una historia única universal.
    -No existe un recorrido lineal de la historia.
    - Importancia de los puntos de ruptura.
    -La historia única ha estallado en fragmentos. Han proliferado las historias universales.
    -Toma de conciencia de la cultura.

    En cuanto a la crisis en los valores de la modernidad marina escribe que ni la modernidad, ni la historia, ni la industria han desaparecido, lo que ha desaparecido es el valor asignado a la modernidad, a la historia o a la industria. No es una crisis de existencias sino de esencias.
    La desilusión por las nefastas consecuencias de la modernidad, que con el tiempo habían limitado las altas metas del proyecto moderno al solo progreso tecnológico y económico, hizo que los herederos de aquellas vanguardias decretaran su fin.
    La era industrial ha pasado, pues la industria ha perdido su vigencia como motor de la vida económica.
    Se ha generado una pérdida del valor cultural; la generación cultural se ha convertido en un producto y así su valor no está determinado por su calidad, sino por su precio en el mercado. Para alcanzar un valor (precio), considerable es necesario entrar en la industria del espectáculo.
    Visto así, la arquitectura ha ingresado también en la industria del espectáculo, para lo cual necesita ser fotogénica para tener éxito en el mercado. La cultura ha pasado de constituir un valor a constituir una mercancía y esto ha hecho que se produzca una extravagante proliferación de museos de arte en las ciudades del primer mundo.

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  5. Hugo Segawa nos habla en su libro de Arquitectura Latinoamericana Contemporánea sobre la producción arquitectónica a partir de la década de 1980 por parte de algunos arquitectos que se fueron destacando en distintos países del continente a pesar de la poca difusión que estos tuvieron por parte de los medios.
    Es así como podemos ver a un Luis Barragán que a pesar de obtener el Premio Pritzker en el año de 1980, (el segundo premio entregado después del de Philip Johnson en 1979) era un arquitecto casi desconocido para la época, ante una gran indiferencia por parte de los medios culturales de México inclusive del Instituto Nacional de Bellas Artes.
    Uno de los pocos interesados en exaltar la producción arquitectónica de la época fue el poeta Mexicano Octavio Paz con su revista Vuelta en la cual hace una reseña acerca de este arquitecto y critica la falta de interés por parte de los medios.
    Hacia 1985 se realiza una exposición en el Museo Rufino Tamayo que trata de la producción de Luis Barragán, en la que se hace una presentación de su obra a todo color y que acercaría al espectador a la obra y conceptos del creador de una nueva escuela de arquitectura de proyección mundial.
    En este momento Luis Barragán era aún una figura marginal de la cultura mexicana.
    Su reconocimiento se debió mas a la predominante difusión de su trabajo en publicaciones fuera de su país natal por la colaboración con Luis I. Kahn, por la muestra organizada por Emilio Ambasz, en el MOMAL de Nueva York (1976) y por la concesión del segundo premio Prizker
    Para Hugo Segawa es evidente la influencia que la arquitectura de Luis Barragán ha ejercido en todo el continente latinoamericano hacia la segunda mitad de la década de 1980:
    - Geometrías nítidas.
    - Muros de estuco.
    - Colores.
    - Agua.
    - Sutilezas cromáticas y de luz.
    Octavio Paz escribe al respecto: “el arte de Barragán es moderno, pero no modernista, es universal pero no es un reflejo de Nueva York o de Milán….Las raíces de su arte son tradicionales y populares. Su modelo no es ni el palacio, ni el rascacielos”.
    En estas palabras podemos ver, como lo muestra también Marina Waisman, el rechazo hacia los modelos preestablecidos por la arquitectura del movimiento moderno, y la búsqueda de una arquitectura con una identidad, que aunque toma elementos de la arquitectura del momento se esfuerza por no ser ajena a una cultura para la cual está hecha y con la cual se identifica.
    “Su arquitectura viene de los pueblos mexicanos, con sus calles limitadas por altos muros que desembocan en plazas con fuentes”.

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  6. Barragán hace uso de los colores y del agua como elementos primordiales; una arquitectura de los sentidos y los sentimientos, una arquitectura emocional.
    Una arquitectura emocional en contraposición a las ortodoxias funcionalistas.
    Octavio Paz escribe en su libro, Los hijos del Limo (1972): “El arte de Barragán es un ejemplo del uso inteligente de nuestra tradición popular. Algo semejante han hecho algunos poetas novelistas y pintores contemporáneos […]para ser modernos de verdad tenemos antes que reconciliarnos con nuestra tradición.
    El léxico barraganiano parece responder internacionalmente a la ausencia de una manifestación considerada auténticamente latinoamericana.
    Por otro lado Hugo segawa nos muestra en su libro, otro fenómeno de producción internacional, en este caso del Brasil, Oscar Niemeyer (1907), una especie de arquitecto de culto para grandes arquitectos como Rem Koolhass y Santiago Calatrava. Niemeyer se atrevió a utilizar la curva en contrapunto a la línea recta difundida por Le Corbusier. Fue criticado como realizador de una o9bra irreproducible, lo cual era contrario a la forma de producción del movimiento internacional.
    En buenos Aires encontramos a Mario Roberto Álvarez (1913), prototipo del Arquitecto moderno de Argentina según Marina Waisman.
    Otros arquitectos que se ganaron una reputación notable en la década de los sesenta son:
    Pedro Ramirez Vázquez, cuya obra más reconocida es el Museo Nacional de Antropología de México.
    Emilio Duhart con el edificio de Las Naciones Unidas para América Latina en Chile.
    En la década de 1990 se rescatan dos figuras excepcionales en Latinoamérica:
    Carlos Raúl Villanueva (1900-1975) en Venezuela, se reedito en 1998 el único libro sobre el arquitecto; la exposición Villanueva: Un moderno en Sudamérica, se inauguró en la IV bienal internacional de Arquitectura se Sao Paulo en 1999 y estuvo abierta en la Galería de Arte Nacional de Caracas hasta finales de 2000.
    Lina Bo Bardí (1914-1992), arquitecta nacida y formada en Roma, nacionalizada Brasileña en 1951 y aclamada recientemente como una de las más importantes arquitectas contemporáneas de Brasil.

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  7. ese eduardo pineda si es que es una lampara¡¡¡ jajaja

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